La mayoría de los estudios clínicos publicados evidencian la capacidad de reducir el tiempo de cicatrización y el tamaño de las cicatrices, así como la formación de queloides
En este estudio se realiza una revisión de los conoicimientos sobre la efectividad del aceite de rosa mosqueta en el tratamiento de las heridas.
La formación de cicatrices y queloides durante el cierre de las heridas puede limitar las funciones de la piel y supone un reto importante durante el tratamiento de lesiones cutáneas. El aceite de rosa mosqueta (Rosa rubiginosa L.), puro o como parte de formulaciones, se utiliza en varios países para la prevención de la aparición de cicatrices y para la atenuación de las existentes. Contiene principalmente ácidos grasos insaturados, entre los cuales sobresalen los ácidos α-linolénico, linoleico y oleico, que actúan como emolientes y antiinflamatorios. Éstos van acompañados de pequeños porcentajes de tocoferoles, fitosteroles, ácido trans-retinoico, carotenoides y ácidos fenólicos, que pueden contribuir también a la actividad cicatrizante del aceite.
Diferentes estudios realizados con roedores demuestran que el aceite de rosa mosqueta acelera el proceso de la cicatrización de heridas y reduce la inflamación alrededor de las mismas. Por su parte, la mayoría de los estudios clínicos publicados evidencian la capacidad de reducir el tiempo de cicatrización y el tamaño de las cicatrices, así como la formación de queloides, tanto en el caso de heridas quirúrgicas como en otros tipos de alteraciones de la integridad cutánea: acné, úlceras varicosas, estrías gravídicas, epitelitis iatrogénica provocada por radioterapia, o quemaduras. No obstante, la mayoría de ellos adolecen de limitaciones de diseño, motivo por el cual es necesaria la realización de nuevos estudios farmacológicos y clínicos que permitan establecer un uso terapéutico racional del aceite de rosa mosqueta.
Referencia: Botta i Orfila A, Vila Casanovas R. Evidencias para el empleo del aceite de rosa mosqueta en heridas y cicatrices cutáneas. Revista de Fitoterapia 2017; 17 (2): 133-143.
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